This article has been translated by Ana María González, retired professor of Spanish and French at Texas Lutheran University. Read the story in English here.

Barbara Luna estaba planeando una primera salida al cine con su hijo pequeño este verano pensando que lo peor de la pandemia de coronavirus había pasado. Sin embargo, a principios de agosto tuvo que permanecer varios días junto a la cama de su hija de 4 meses, “absolutamente aterrorizada”.

Tres virus atacaron simultáneamente a su bebé — COVID-19, el virus sincicial respiratorio (VSR) y un rinovirus — cuando Isabella fue ingresada en el North Central Baptist Hospital, donde Luna trabaja como enfermera.

Isabella, 4-months, is photographed while hospitalized for a variety of viruses including COVID-19 in early August.
Isabella, de 4 meses, estuvo hospitalizada a causa de diferentes virus incluyendo el de COVID-19.. Credit: Courtesy / Barbara Luna

A la bebé se le colocaron tubos nasales para administrarle oxígeno, lo que dificultaba la lactancia, y se le insertó un catéter en la mano, la misma que usa para chuparse el dedo pulgar para consolarse.

“Ella me estaba mirando, quejándose y con dificultad para respirar sin entender lo que estaba pasando”, expresó Luna. “Ella me miraba como diciendo, ‘Mami, ayúdame’.”

Isabella, que ahora se recupera en casa con una tos persistente que, según los médicos, puede durar varias semanas más, forma parte de un número creciente de niños que contraen COVID-19 y desarrollan síntomas lo suficientemente graves como para llevarlos al hospital, con esfuerzos para respirar.

Hospitales de San Antonio

Además del aumento de niños con COVID-19, los médicos están lidiando con un resurgimiento de casos de VSR infantil, una enfermedad que se redujo durante el otoño e invierno pasados, pero que ahora está saturando los hospitales cada vez más abrumados con un aumento en los casos de COVID-19.

A nivel nacional, los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades indican que la semana pasada unos 1,800 niños fueron hospitalizados con COVID-19, lo que representa un aumento del 500% de tales hospitalizaciones infantiles desde principios de julio.

Se desconoce exactamente cuántos niños están hospitalizados con el virus en los hospitales locales. San Antonio Report ha estado solicitando un desglose por edad del número de pacientes hospitalizados con COVID-19 del Distrito de Salud Metropolitano de San Antonio y el Consejo Asesor Regional del Suroeste de Texas (STRAC) desde el 26 de julio.

Metro Health ha declarado que durante la mayor parte de la pandemia, el 1% de todas las hospitalizaciones por COVID-19 fueron niños. El jueves, el director de Metro Health, Claude Jacob, dijo que de 212 nuevos ingresos hospitalarios, 22 eran pacientes pediátricos. Pero un portavoz de Metro Health aclaró el viernes que el número total de casos pediátricos de COVID-19 actualmente en hospitales locales era de 22 de un total de 1,382 personas hospitalizadas.

Un padre sale con su hijo del Children’s Hospital de San Antonio. Credit: Scott Ball / San Antonio Report

Un médico de San Antonio habló de bebés y recién nacidos hospitalizados cuyo tórax y abdomen se contraen con cada respiración, y de adolescentes que tienen una tos severa. Los peores casos requieren oxígeno suplementario.

Los casos podrían dispararse

El peligro en este número creciente de casos, aseguró la Dra. Deena Sutter, especialista en enfermedades infecciosas pediátricas que trabaja en el Baptist Health System, va más allá de contar con suficientes camas para atender a los pacientes pediátricos en cuidados intensivos, lo cual ya es una posibilidad.

Enviar a los niños no vacunados a las escuelas sin cubrebocas es “receta para un desastre absoluto”, afirmó.

“Cuando se detecta un virus que normalmente no circula en el verano, pero que ahora está llenando las camas de las unidades de cuidados intensivos, y se comienza a ver una tendencia hacia los niños mayores, y algunos niños más pequeños, que están enfermando mucho de COVID y requiriendo cuidados intensivos, ahí es cuando todo se vuelve realmente preocupante con la posibilidad de quedar sin espacio y de que se acaben los recursos para los pacientes pediátricos”, explicó Sutter.

Con muchas escuelas abiertas nuevamente, y con una tasa de vacunación para los niños del condado de Béxar de 12 a 18 años de solo 39%, los casos de COVID-19 en todas las edades podrían dispararse si los niños, sin saberlo, se llevan el virus a otras personas, especialmente a las más vulnerables a la enfermedad, agregó Sutter.

La escuela primaria de Castle Hills, que comenzó sus clases el 19 de julio, reportó 22 casos la semana pasada y tres distritos escolares rurales de Texas han cerrado por el aumento de casos.

Aunque la mayoría de los niños infectados con COVID-19 tienen síntomas muy leves o a veces ninguno, algunos terminan en el hospital.

La Dra. Junda Woo, directora médica de Metro Health, declaró en su testimonio el lunes durante una audiencia en la corte sobre la orden de cubrebocas de la ciudad que los hospitales locales no estaban preparados para el doble golpe de VSR y COVID-19. “Estamos agregando una carga adicional a los hospitales que de por sí ya estaban a punto de estallar”, añadió.

Todos están en riesgo

“Los casos pediátricos son los que incrementarán los casos en la comunidad”, señaló. “Obviamente, como pediatra, me preocupan los niños… pero todos tienen un primo, una tía, un tío, un amigo, una abuela” que podrían contagiarse.

Los niños en edad escolar corren un riesgo particular, pero los niños en las guarderías, donde no se están usando los cubrebocas y donde los niños pequeños transmiten gérmenes fácilmente, están aún más expuestos a la propagación del virus.

Luna sospecha que su hija estuvo expuesta al COVID-19 en su guardería. Su hijo de 2 años, Alexander, también contrajo fiebre y tos.

“Aunque siento que nuestra guardería toma todas las precauciones… basta que un niño venga de un hogar donde haya estado expuesto”, aseguró. “Para nosotros, no llevarlos a la guardería no es una opción en este momento. Pero todos los días que los dejo es muy difícil”.

Barbara Luna, a nurse at North Central Baptist Hospital, spent several days at the bedside of her four-month-old daughter, Isabella, as she fought COVID-19, respiratory syncytial virus (RSV), and rhinovirus. Her son, Alexander, also was sick with a fever and cough.
Barbara Luna, con su hija Isabella de 4 meses y su hijo Alexander de 2 años. Credit: Nick Wagner / San Antonio Report

En su trabajo en el hospital, Luna está cuidando a pacientes con COVID-19, y eso también es una tensión. Indicó que North Central Baptist tiene un gran volumen de pacientes ahora, tanto adultos como niños.

“La parte más difícil es lo emocionalmente desafiante que es para mis enfermeras”, agregó. “Les es muy difícil ir a casa todos los días y saber que su paciente podría ya no estar aquí cuando regresen a trabajar al día siguiente”.

Luna y su esposo pudieron estar con su hija en el hospital; el reglamento para pacientes adultos con COVID-19 solo permite visitas al final de la vida. Pero el año pasado, hubo momentos en que Luna tuvo que acercar su teléfono celular al oído de un paciente moribundo para que su familia pudiera despedirse.

Hay otra diferencia en este último aumento, explicó Luna. “Antes sentíamos que nuestros hijos estaban a salvo… y definitivamente no estábamos lidiando con el VSR al mismo tiempo”.

‘Resurgimiento loco’

Para el neumólogo pediatra, el Dr. Kelly Smith, que trata enfermedades pulmonares en el Methodist Children’s Hospital, la ola imprevista de pacientes con una variedad de virus comenzó en mayo.

“Una vez que la gente empezó a regresar a la escuela y al trabajo y empezaron a quitarse los cubrebocas, vimos este loco resurgimiento del virus”, explicó. “[Hay] como 10 virus diferentes circulando en este momento”.

Smith no vio ni un solo caso de VSR el invierno pasado, lo que fue raro. “Pero este verano está disparado”, añadió.

Mientras tanto, los casos graves de COVID-19 han aumentado entre los niños. De los 25 pacientes en la unidad pediátrica de cuidados intensivos del hospital el 13 de agosto, cinco eran casos de COVID-19 y la unidad estaba casi llena. Dos niños estaban conectados a ventiladores.

Si bien los aumentos repentinos anteriores pudieron haber provocado tres o más casos en el hospital a la vez, en esta ocasión Smith está tratando a más de una docena.

Aunque algunos de los niños tienen ciertas condiciones de salud que los hacen más susceptibles al coronavirus, como la obesidad o el asma, algunos de los peores casos que Smith ha tratado fueron de niños previamente sanos.

“Esa es probablemente una de las partes más desconcertantes de todo esto”, afirmó. “Muchos de los niños que hemos visto que contraen COVID y terminan en el hospital son niños en condiciones normales, por lo demás sanos. Eso es probablemente lo que más me preocupa”.

Smith ahora está atendiendo a niños que se han recuperado de los peores síntomas de COVID-19 pero que siguen con problemas pulmonares a largo plazo. “Se convirtieron en enfermos con secuelas a largo plazo”, indicó. “No pueden jugar al fútbol, ​​no pueden ser el mediocampista del equipo de fútbol… porque no pueden respirar como solían hacerlo”.

No hay una buena manera de predecir quién se enfermará o sufrirá los efectos a largo plazo del virus, agregó. Y debido a que los niños menores de 12 años aún no pueden vacunarse, “todos corren un cierto riesgo por lo desconocido. Creo que es la parte más aterradora para la mayoría de los padres.”

Protegiendo con una vacuna

Luna fue vacunada desde el principio y nunca contrajo el virus que amenazó la vida de su hija. Ella está suplicando a otros que hagan lo mismo, diciendo que el reciente aumento les ha enseñado mucho a todos sobre la necesidad de proteger a los miembros más jóvenes de la comunidad.

“Háganlo”, dijo. “Uno quiere afrontar la situación sabiendo que ha hecho todo lo que se pudo.

“Como padre, harías cualquier cosa por tu hijo. Harías cualquier cosa para protegerlos.”

Jackie Wang colaboró para este reportaje.

Shari Biediger has been covering business and development for the San Antonio Report since 2017. A graduate of St. Mary’s University, she has worked in the corporate and nonprofit worlds in San Antonio...