This article has been translated by Ana María González, retired professor of Spanish and French at Texas Lutheran University. Read the story in English here.
En tiempos normales, lo peor que puede pasar con un vehículo es que al salir del lote de un concesionario pierda instantáneamente una parte de su valor. Pero estos no son tiempos normales.
“Vivimos en un mundo extraño donde los autos usados están aumentando de valor”, aseguró Bernard Swiecki del Centro de Investigación Automotriz.
A nivel local, un ejemplo extremo proviene de WB Cavender, donde el gerente de Cavender Cadillac y Land Rover San Antonio, comentó que conoce a un hombre que compró un Mercedes SUV a principios de este año por $185,000 y que recientemente lo vendió con una ganancia de $60,000
El mercado candente de vehículos nuevos y usados ha producido ganadores y perdedores en San Antonio. Entre los ganadores: Toyota, que hasta ahora ha superado la escasez y ha aumentado su participación de mercado; los hogares que pueden permitirse vender un automóvil y potencialmente obtener una ganancia inesperada; y, en menor medida, los concesionarios, cuyos ingresos por ventas se han mantenido en su mayoría iguales.
Entre los perdedores se encuentran el vehículo favorito de San Antonio, el F-150, cuyas ventas se desplomaron en junio debido a la falta de disponibilidad, así como prácticamente cualquiera que desee comprar un vehículo.
Los precios récord se derivan de una fuerte demanda
Los autos usados se han disparado a precios récord, lo que representa casi un tercio de la inflación general de la economía estadounidense en junio, según cifras de la Oficina de Estadísticas Laborales.
Evan Watson, un programador de computación que se mudó recientemente a la ciudad y trabaja desde casa, indicó que recientemente pasó varios fines de semana buscando en Craigslist un vehículo usado, de preferencia un automóvil pequeño con un kilometraje decente, pero que se sorprendió por la falta de opciones y los precios tan altos. Decidió posponer la compra de un automóvil por ahora y optó por seguir tomando el autobús.
“Mi último auto lo compré por alrededor de $3,000 y tenía menos de 100,000 millas. Pero no pude encontrar nada de eso por aquí”, expresó.
La inflación sin precedentes en el mercado de vehículos usados es un efecto indirecto del estado actual del mercado de vehículos nuevos porque se ha dado una escasez de microchips en toda la industria, lo que ha sofocado el suministro a nivel de fabricación. Los agentes de varios concesionarios aseguraron que la mayoría de los vehículos nuevos se venden antes de que lleguen hasta ellos.
Albert Stevens, gerente de ventas por internet de Gillman Subaru San Antonio, dijo que en años anteriores esta concesionaria usualmente tenía un inventario para venta de aproximadamente 150 autos; en estos días, normalmente sólo hay de cinco a diez.
Con menos autos nuevos disponibles, aquellos que normalmente comprarían autos nuevos están siendo empujados al mercado de autos usados.
En Luna Car Center, una concesionaria de autos usados con un lote completamente lleno en la Avenida San Pedro, el agente de ventas Gonzalo Rodríguez explicó que ha habido más negocio con aquellos que no logran comprar autos nuevos, “incluso personas con dinero”.
Desenredando nudos
Los analistas de la industria aseguran que la escasez es complicada, dada la cadena de suministro global involucrada en la fabricación de vehículos. Si bien los contratiempos que enfrentan los proveedores no son raros, la larga duración y el alcance del problema en toda la industria no tienen precedentes. Los analistas describieron lotes llenos de autos casi completamente terminados, esperando proveedores que a su vez esperan a sus propios proveedores, hasta el nivel de circuitos, acero y plásticos.

Deshacer estos nudos llevará tiempo incluso después de que la producción vuelva a los niveles normales, ya que los proveedores deberán volver a sincronizarse. Otros tipos de escasez van a tener su propio embotellamiento, como el número limitado de conductores de reparto para transportar los vehículos.
“Es un rompecabezas en este momento”, indicó Jessica Caldwell, directora ejecutiva de conocimientos de Edmunds.com, quien, como muchos analistas de la industria, considera que el mercado relativamente normal regresará a fines de 2022.
La escasez también está causando otros problemas. Cavender dijo que uno de sus concesionarios esperaba que llegara un vehículo la semana pasada que un comprador ya había comenzado el proceso de compra, pero el vehículo nunca llegó. La base de datos del fabricante se actualizó para indicar que el vehículo no estaría disponible durante otros tres meses, pero no dio más detalles, lo que lo puso en una posición incómoda con el posible comprador.
“Estamos completamente a su merced”, aseguró al referirse a los fabricantes.
Pero la escasez y las subidas de precios no son tan malas para la mayoría de los concesionarios. Incluso cuando la disponibilidad de vehículos nacionales nuevos se desplomó el año pasado, el concesionario promedio en Texas vendió vehículos por un valor de $75.8 millones, o el equivalente a los niveles de 2016, según un análisis de la Asociación Nacional de Concesionarios de Automóviles.
En el impulso de esas ventas estaban los ricos, que aprovecharon las bajas tasas de interés para comprar incluso más automóviles de los que normalmente comprarían.
Rodríguez, de Luna Car Center, dijo que el negocio había sido un poco más lento de lo regular, pero que en sus aproximadamente 25 años vendiendo autos, “uno se acostumbra a los altibajos”.
Y no todos los fabricantes están sufriendo por la escasez de microchips. A algunos les va bien o incluso mejor. Toyota reportó sus mejores ventas de camionetas ligeras durante la primera mitad del año, así como sus mejores ventas de junio en general.
“Toyota es lo que llamaríamos el ganador de la recuperación hasta ahora”, afirmó Charlie Chesbrough, economista senior de Cox Automotive, y señaló una ganancia del fabricante en participación de mercado durante la primera mitad del año. Él y otros expertos afirmaron que Toyota previó la escasez más que otros, gracias a su estrecha conexión con los proveedores.
La planta de Toyota en San Antonio produjo casi 16,000 camionetas Tacoma y Tundra en junio, más que los últimos dos meses y solo un poco menos que las aproximadamente 20,000 que produjo en junio de 2019.
Toyota informó en un comunicado enviado al San Antonio Report que la escasez de suministro continúa “afectando periódicamente” la producción en sus plantas de Norteamérica, y que sus equipos de fabricación y suministro han “trabajado diligentemente para desarrollar contramedidas para minimizar el impacto en la producción”.