Una representación digital del White Shaman Mural da vida a una historia de creación de hace 4,000 años, gracias a Carolyn Boyd, fundadora de Shumla, y sus colegas.
Una representación digital del White Shaman Mural da vida a una historia de creación de hace 4,000 años, gracias a Carolyn Boyd, fundadora de Shumla, y sus colegas. Credit: Courtesy / Carolyn Boyd

This article has been translated by Ana María González, retired professor of Spanish and French at Texas Lutheran University. Read the story in English here.

Diana Rolón es una arqueóloga de la Ciudad de México. Durante una visita que realizó en 2018 a las remotas tierras fronterizas de Texas, vio murales antiguos pintados en las paredes de piedra caliza y “se enamoró” de las “pinturas hermosas y complejas”, afirmó.

Ella notó algo más: las figuras humanas y animales en las pinturas le recordaron imágenes pintadas por otras culturas indígenas de México y América Latina. En octubre se mudó al pequeño pueblo de Comstock, que cuenta con 190 habitantes y está cerca de la frontera entre Texas y Mexico al oeste del lago Amistad en el condado Val Verde, para comenzar un proyecto de investigación que rastrea las conexiones comunes entre las representaciones de felinos en el arte rupestre de Texas y los símbolos e historias de otros pueblos antiguos.

“Las pinturas hablan de historias complejas de antepasados”, expresó Rolón en una entrevista a principios de este mes. “Nada es arbitrario. Cada detalle fue pintado con la intención de comunicar algo.”

Arqueólogos como Rolón están tratando de determinar qué han intentado comunicar las personas que vivieron en el área hace unos 4,200 y 1,500 años a través de sus elaboradas pinturas en rojo, negro, blanco y amarillo. Shumla, una organización sin fines de lucro con sede en Comstock que se enfoca en estudiar y preservar el arte rupestre de la región baja del río Pecos, ha creado una biblioteca virtual para ayudar a los investigadores a interpretar este arte antiguo, gran parte del cual está ubicado en terrenos accidentados, inaccesibles o privados.

Lanzado en 2017, el Proyecto Alexandria es un archivo digital detallado de 233 sitios de arte rupestre en los cañones de piedra caliza tallados a lo largo de las laderas de los ríos Pecos, Devils y el Río Grande. En diciembre, los líderes de Shumla concluyeron la primera fase del proyecto, habiendo documentado así todos los sitios accesibles de la región.

El año pasado el Servicio de Parques Nacionales otorgó el estatus de Monumento Histórico Nacional a las tierras correspondientes al cañón del Bajo Pecos, un logro que el personal de Shumla había tratado de alcanzar desde 2015. Este reconocimiento da mérito a la importancia de la región y de sus sitios arqueológicos, pero no otorga ninguna propiedad o regulación federal sobre ellos, según señaló Jessica Hamlin, directora de Shumla.

Un tesoro de datos visuales

Con esta fase determinante ya completa, el enfoque principal de Shumla se esplaza hacia la curaduría de grandes cantidades de datos y a la labor de ponerlos a disposición de investigadores como Rolón.

“Nuestro mayor anhelo es que la gente se entusiasme tanto con nuestro archivo que simplemente aprovechen esta oportunidad excepcional y presenten sus preguntas para continuar la investigación”, aseguró Hamlin. “Se podría estudiar esto sin cesar.”

Hamlin espera que el archivo digital atraiga a otros arqueólogos y al público en general a su biblioteca de arte rupestre. La mayoría de los sitios se encuentran en terrenos privados y muchos requieren caminatas hacia áreas remotas. Los investigadores saben que existen aproximadamente otros 100 sitios en el lado de Texas de la frontera entre Estados Unidos y México, más una cantidad incalculable en el estado mexicano de Coahuila aún sin documentar.

“A menos que se tenga todo el equipo que tenemos y las relaciones con los propietarios con las que ya contamos… no se puede acceder a ellos”, continuó Hamlin. “Esto facilita a las personas la oportunidad de estudiar realmente tales sitios de una manera que es casi como estar presente ahí mismo.”

Además del terreno inaccesible, el acceso a los sitios mexicanos es un reto aún más complicado debido a los carteles criminales que operan, a veces sin limites, en los estados al sur de la frontera. Así la seguridad de arqueólogos y otra gente llegando de afuera puede ser una gran preocupación.

Shumla ya ha publicado algunas de sus imágenes en línea, pero para obtener acceso a todo el conjunto de datos será necesario asociarse con la Universidad Estatal de Texas en San Marcos, agregó Hamlin. La profesora de arqueología de dicha universidad, Carolyn Boyd, fundó Shumla en 1998 y continúa sirviendo como su vicepresidenta y jefa de investigación, además de colaborar con Rolón en su investigación postdoctoral que está realizando para estudiar los significados ocultos de los símbolos.

La fundadora de Shumla, Carolyn Boyd, trabajando en White Shaman Mural en 1989. Credit: Courtesy / Shumla Archeological Research and Education Center

El Proyecto Alexandria contiene una asombrosa cantidad de datos visuales. Los modelos tridimensionales, las imágenes panorámicas y las fotografías de apoyo ocupan más de 25 terabytes, según Shumla. En otras palabras, es una cantidad de almacenamiento equivalente a 425,000 horas (48 años y medio) de audio digital. El plan es permitir que los futuros investigadores visiten el Centro de Investigaciones Arqueológicas de la Universidad Estatal de Texas en San Marcos y examinen detenidamente los archivos hasta por varios meses, añadió Hamlin.

“¿Cómo podemos compartir esto con todas las diferentes profesiones y perspectivas en el mundo que quieran estudiarlo?” dijo por su parte Tim Murphy, quien ayuda a dirigir el equipo que visitó los sitios uno por uno para recopilar fotografías y realizar escaneos digitales.

Escalando a través de matorrales y cactus

Murphy, originario del norte de California, es un arqueólogo inicialmente formado en el estudio de herramientas de piedra. Permaneció en el Centro de Shumla durante seis meses en 2015, luego regresó el año pasado antes de que comenzara la pandemia de coronavirus.

“Ha habido un gran aislamiento”, comentó al referirse a la experiencia de la pandemia en Comstock, localizado a 40 minutos en coche de Del Río, una ciudad fronteriza de 36,000 habitantes. Él y su socia, Audrey Lindsay, también arqueóloga del proyecto de Shumla, viven en un antiguo cobertizo de soldadura de 450 pies cuadrados.

“Ha sido un espacio pequeño para estar en cuarentena por tanto tiempo”, dijo.

Al menos ha habido mucho trabajo de campo, ya que el personal de Shumla documentó 70 sitios en 2020. A menudo, tienen que llevar mochilas que pesan hasta 50 libras, algunas veces acampan cerca de un sitio de arte rupestre durante varios días, dijo Murphy. Las temperaturas de verano se elevan a 110 grados Farenheit en el accidentado terreno de piedra caliza lleno de matorrales espinosos y cactus.

“Realmente uno tiene que adentrarse en el meollo de los arbustos y cañones”, señaló Murphy, aunque también describe todo el trabajo al aire libre como “probablemente una de las mayores ventajas de ser arqueólogo.”

Murphy agregó que le ha impresionado la cantidad y la continuidad de los murales, heredados de una cultura de cazadores-recolectores que se movían y se refugiaban en los salientes rocosos. Un pintor de la tradición del Bajo Pecos podría haber vivido inmerso en el arte hecho miles de años atrás antes de llegar a tomar un pincel por sí mismo.

“Es tan impresionante que haya una red de sitios de arte rupestre que están claramente relacionados”, afirmó Murphy. “Hay tantos detalles sobre cada parte del arte rupestre. Cada atributo tiene un significado: tiene una historia.”

Decodificación del simbolismo

Rolón desea entender mejor esas historias, símbolo por símbolo. Para su proyecto, se centra en imágenes felinas.

Muchos de los paneles de arte rupestre, como la Cueva de la Pantera, presentan imágenes de grandes felinos. Como parte de su investigación postdoctoral, Rolón está comparando la representación de felinos del Bajo Pecos con imágenes de otras culturas, como las del Imperio Inca y de la cultura huichol del norte de México. Ella nota semejanzas en la dirección en la que miran los gatos y en las imágenes de líneas que emanan de sus bocas.

En muchas culturas los grandes felinos están asociados con chamanes y con fenómenos naturales, como los truenos, comentó Rolón. Dos gatos, uno frente al otro, podrían simbolizar dos deidades en guerra o un mito de la creación. Los colores, las formas, las posiciones y las figuras asociadas también juegan un papel, aseguró.

Un trabajo como el de ella puede ayudar a dar nueva vida a las historias que dejaron los primeros tejanos, al tiempo que logra vincular esas historias con otros pueblos indígenas de las Américas.

“Es asombroso porque hay múltiples significados en un símbolo”, concluyó Rolón. “Cada detalle cambia el significado.”

Brendan Gibbons is a former senior reporter at the San Antonio Report. He is an environmental journalist for Oil & Gas Watch.